REFLEXIONES SOBRE LA PASCUA: EL CORDERO (I)

 

Dios se proveerá de cordero para el holocausto.

      Génesis 22:8

 

El Cordero que fue inmolado es digno de tomar el poder, las riquezas, la sabiduría, la fortaleza, la honra, la gloria y la alabanza.[1] ¿Qué creyente en Jesús no ha cantado alguna vez estas palabras del libro del Apocalipsis? Desde luego, el Cordero es una de las imágenes centrales en las visiones de este libro, escrito hacia finales del Siglo I –lo encontramos en casi cada capítulo (Apocalipsis 5, 6, 7, 8, 13,14 etc.)–. Pero sería correcto decir que esta imagen es absolutamente central en toda la teología cristiana: la idea del Cordero sin mancha, sacrificado por los pecados de los hombres ha sido uno de los leitmotifs del cristianismo a través de la historia. Por consiguiente, se podría esperar que las páginas de los Evangelios estuvieran llenas con la imagen del Cordero, pero sorprendentemente, a parte del libro del Apocalipsis, raramente encontramos esta palabra en el Nuevo Testamento. No la encontramos en las epístolas de Pablo, los primeros escritos del Nuevo Testamento, y a lo largo de los Evangelios, la palabra “cordero” aparece apenas dos veces en el mismo capítulo –en el Evangelio de Juan–, el último de todos los Evangelios, en el relato del bautismo de Jesús, “el Hijo amado” de los Evangelios Sinópticos es reemplazado por “el Cordero de Dios”: «He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo». Un poco más adelante, Juan el Bautista repite: ‘He aquí el Cordero de Dios’.[2] Así que encontramos este título en tan solo un capítulo aparte del libro del Apocalipsis –y en ningún otro sitio–.
La causa de que el Cordero no se mencione en los otros Evangelios y de que también esté ausente en los otros libros del Nuevo Testamento, nos evoca muchas preguntas. ¿De dónde toma Juan esta imagen?¿Qué quiso decir Juan el Bautista con estas palabras? ¿Qué significado asignaron los israelitas a sus palabras?

 

Esta exclamación de Juan el Bautista en Juan 1:29 ha sido un problema para muchos expertos del Nuevo Testamento. Entre las diferentes interpretaciones de “el cordero” que han sido propuestas, la más plausible es la del cordero Pascual, pero incluso así, hay varias objeciones serias: el cordero Pascual no era considerado como un sacrificio expiatorio. El sacrificio del cordero Pascual no era visto como una muerte expiatoria, como un sufriente vicario. Entonces, ¿cómo debería ser explicada la expresión “el Cordero de Dios” en el Evangelio de Juan?

 

El Cordero Akedah


Antes de explorar recursos extra-bíblicos, regresemos al Tanach (Antiguo Testamento) en nuestra búsqueda de respuestas. Creo que te sorprenderá descubrir que incluso en el Tanach, la palabra hebrea para ‘cordero’ no aparece muchas veces. Sin embargo, no es difícil recordar dónde la encontramos por primera vez. Desde luego, aparece en Génesis 22 en el Akedat Itzhak. Cuando es llevado a la montaña por su padre, él pregunta a Abraham, ‘He aquí el fuego y la leña; mas ¿dónde está el cordero para el holocausto?[3] Como con cada componente de la historia del Akedah, esta conversación entre Abraham e Isaac es de vital importancia. Mientras que todavía no se ha desvelado por separado el tema en la historia espiritual de ambos, de nuestro pueblo y de la humanidad como un todo –la palabra fue pronunciada, la pregunta fue hecha, el hilo introductorio empezó a sonar–. Así, ver al Cordero como inmolado,[4] en el libro del Apocalipsis, empieza aquí con la inocente, confiada y casi ingenua pregunta de Isaac: ‘¿Dónde está el cordero para el holocausto?’

 

Creo que muchos cristianos están perfectamente conscientes de esta conexión y paralelismo entre Isaac y Jesús. De lo que probablemente no seas consciente es que, una tradición haggadica judía, afirma explícitamente que allí, en el Monte Moriah, Abraham ofreció dos sacrificios: Él empezó con el sacrificio de su hijo y terminó con el sacrificio del cordero. Esta tradición afirma que Isaac fue sacrificado, o quemado, y que resucitó de la muerte. En el midrash Bereshit Rabbah, R. Phineas dijo en nombre de R. Banai: «Él rogó: ¡Soberano del Universo! Mira tú como yo he sacrificado a mi hijo Isaac primero y después a este carnero en lugar de él (en lugar, tahat, siendo entendido como en el versículo y reinó en su lugar Jotam su hijo [5], cuando el significado debe ser después de él)”. Aquí se dice explícitamente que Isaac es el cordero de la ofrenda quemada: אתה השה לעלה בני  – “Eres el cordero, hijo mío«[6].

 

Diferentes interpretaciones y fundaciones de la tradición Aqedah están presentes en diversas fuentes rabínicas. Sin embargo, el punto importante en común es que ‘las cenizas de Isaac’ y ‘la sangre de Aqedah de Isaac’, aunque contradictorio al significativo plan de la Escrituras, son cuidadosamente preservadas por esta tradición –han de servir siempre como expiación y defensa de Israel en cada generación–. Por ejemplo, leemos en Mekilta de-Rabbi Ismael:  «Y envió Jehová el ángel a Jerusalén para destruirla; pero cuando él estaba destruyendo, miró Jehová y se arrepintió de aquel mal»[7]. ¿Qué es lo que observó? «Él observó la sangre de Aqedah de Isaac»[8] –e inmediatamente Su compasión conquista Su ira y Él redime y libera–. Esto es exactamente lo que Abraham está pidiendo cuando continúa con su oración en Bereshit Rabbah: «Aún y así, sea hecha Tu voluntad, oh Señor, nuestro Dios, que cuando los hijos de Isaac estén en peligro, Tú recuerdes esa unión en su favor y seas lleno de compasión hacia ellos».[9]

 

Esta llamativa similitud entre la tradición haggadica del Aqedah y la soteriología cristiana ha sido largamente estudiada. Se ha llevado a cabo mucha discusión respecto a la independencia de la tradición judía. En algún punto, los comentaristas se las arreglaron para la noción común, de que el Aqedah era básicamente una innovación cristiana. Según Gesa Vermes, «los dos principales temas targuménicos de la historia del Aqedah a saber, la voluntariedad de Isaac para ser sacrificado y la virtud expiatoria de la acción, eran ya tradicionales durante el Siglo I D.C».[10]  En algún momento entre la mitad del Siglo 2 A.C y el comienzo de la era cristiana, una nueva doctrina se estableció: de que la expiación del pecado de Israel era el resultado de la auto-ofrenda de Isaac y también del derramamiento de su sangre. Dentro de esta doctrina, la vinculación de Isaac, se pensaba que jugó como único rol en la salvación de Israel y que tenía efecto redentor a favor de Su pueblo.

Juan 1:29 deja de ser un punto crucial cuando es insertado en este tema. Para un judío del Siglo I todos los sacrificios del cordero eran entendidos como un memorial del Aqedah con sus efectos de liberación, perdón de los pecados y de salvación mesiánica. No solo el Aqedah era considerado un sacrificio verdadero, sino que por causa del libre consentimiento de Isaac –la única figura que no se encuentra en otros sacrificios– vino a ser El Sacrificio, con sus beneficios redentores duraderos para siempre. Así, la imagen cristiana del Cordero, cuya muerte y resurrección tienen poder expiatorio y efecto redentor a favor de futuras generaciones, parece estar en deuda –o al menos, extremadamente conectada– con la vinculación (Aqedah) de Isaac en la tradición judía. [11]

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[1] Apocalipsis 5:12

[2] Juan 1:29,36

[3] Génesis 22:7

[4] Apocalipsis 5:6

[5] 2 Reyes 15:7

[6] Bereshit Rabbah, 56,4

[7] 1 Crónicas 21:15

[8] Mekilta de-Rabbi Ishmael, 90-95

[9] Bereshit Rabbah, 56,10

[10] Geza Vermes, Redemption and Genesis XXII, en: Scripture and Tradition in Judaism (Leiden: 1961), p. 204

[11] Un detallado debate de la imagen cristiana del Cordero se puede encontrar en mi libro “If you are the Son of God”. Da clic aquí para obtenerlo:http://readjuliablum.com

About the author

Julia BlumJulia is a teacher and an author of several books on biblical topics. She teaches two biblical courses at the Israel Institute of Biblical Studies, “Discovering the Hebrew Bible” and “Jewish Background of the New Testament”, and writes Hebrew insights for these courses.

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